«La tristeza navideña es, en realidad, un estado de tristeza que existe de antemano y no tiene por qué comenzar en esta época del año; puede producirse en cualquier momento del año», explica la red sanitaria CUF. Lo que puede ocurrir es que, «al asociarse la Navidad a tiempos de fiesta, familia, alegría, luces, regalos, balances y proyectos de vida, contribuya a exacerbar un desánimo que se arrastra desde hace tiempo».
La pérdida de personas significativas, la enfermedad, el divorcio, el desempleo, los conflictos con amigos o familiares, la ausencia debida a la distancia y la presión social son factores que pueden contribuir a este estado.
Ante este estado depresivo, puede manifestar síntomas como estado de ánimo depresivo, pérdida o aumento de peso significativo, disminución o aumento del apetito, insomnio o hipersomnia, fatiga o pérdida de energía, sentimientos de inutilidad y, entre otros, pensamientos recurrentes relacionados con la muerte.